Conócete a ti mismo (Sócrates)

A simple vista la sociedad, la economía, la política y la cultura se ha vuelto «loca de remate» en los últimos tiempos. Los viejos paradigmas del siglo XX se han derrumbado definitivamente, apareciendo nuevos paradigmas en este casi primer cuarto del siglo XXI. Ello lleva al desasosiego, a la inestabilidad desembocando en los últimos años en impactos de indignación, cabreo e ira, a veces acompañado de violencia armada.

Algunos hablan del fin del orden de Bretton Woods (1946), del fin de una era, del fin de todo aquello que antes no parecía estable, inmortal o incuestionable. Todo aparentemente está puesto «patas arriba» y ello no acaba de gustar a nadie que tenga mas de 24 años.

En realidad cuando uno accede a la información y aumenta su sabiduría, llega a conocer la realidad que se esconde tras el trampantojo mediático con el que cada día, todos los días del año nos bombardean los «creadores de contenidos» tanto humanos, como artificiales a los que impropiamente se les denomina «inteligencia artificial».

La inteligencia natural, la humana, la producida por nuestro cerebro -que para algo lo tenemos – está infrautilizada, «despilfarrada» y denostada por aquellas muchedumbres que son sectarios de la nueva «tecnocracia«, un nuevo régimen híbrido a medio camino entre la monarquía autocrática, despótica – absolutista y la oligarquía arrogante, muy alejada del paraíso de la democracia liberal occidental.

El cerebro humano es la dimensión desconocida, tan desconocida que solo usamos una pequeña parte del mismo. Es como si tuviéramos un ordenador de varios TB de memoria, de última generación y solo ocupáramos 1 MB. Sería un desperdicio de ordenador y una inversión poco acertada.

El cerebro humano ha sido objeto de estudio por parte de biólogos, antropólogos, psicólogos, Psiquiatras, filósofos y teólogos. Cada profesional ha abordado el cerebro de forma diferente y con distintos métodos en función de la parcela de estudio elegida. Pero todos llegan a la misma conclusión: sin cerebro no puede funcionar un cuerpo humano. Y un cuerpo humano sin cerebro, es tan solo un trozo orgánico de huesos, carne y fluidos.

Cuando nacemos tenemos un cerebro diminuto que procesa básicamente el movimiento de las distintas partes del cuerpo y desarrolla los sentidos esenciales: vista, oído, olfato, tacto y gusto.

Los sentidos obtienen información externa al cuerpo humano, el cerebro procesa toda esa información que le llega a través de los sentidos. Las funciones corporales sirven para proporcionar al cerebro información interna del cuerpo. El ser humano nace con un sistema que le permite acceder a la información básica sobre su ser y sobre su entorno mas inmediato. Es decir cuando nacemos tenemos un ordenador básico dotado de un sistema operativo que le permite captar lo básico: el estado interno del ordenador, y que puede recibir información del exterior a través de los dispositivos interconectados.

El menor va creciendo, paralelamente al desarrollo físico, va el desarrollo cognitivo de su cerebro, el cual también físicamente va aumentando su velocidad y capacidad. No solo percibe información, sino que además aprende a retenerla y procesarla. En esta etapa se produce el desarrollo del Hardware y comienza a desarrollarse el software de ese ordenador magnífico antes citado, con multitud delirante de muchas APP.

Cuando llega la etapa de Madurez vital, el desarrollo cognitivo se toma un descanso para determinar las necesidades y deseos que se producen en el cerebro. Es una época en la que el desarrollo físico ha concluido. El desarrollo cognitivo en cambio está preparado para una nueva etapa, un nuevo uso, una nueva forma de procesar la información tanto interna, como externa.

Es la época en la que vamos seleccionando y en la que vamos descartando todo aquello que ya no necesitamos o no deseamos retener. Es la época de incorporar nuevos elementos a nuestro devenir vital. Por eso nuestro cerebro, liberado ya de las molestias del crecimiento y cambios físicos de nuestro cuerpo, se adapta a la nueva normalidad, o lo que es lo mismo a la nueva realidad de nuestra vida. Es el momento de comenzar el crecimiento cognitivo de nuestro cerebro. De aprender a usarlo mejor y aprovecharlo al máximo, para sacarle rendimiento.

Cuando llega la ancianidad el desarrollo cognitivo comienza a ralentizarse hasta que llega un momento en el que pulsa el botón de Off. El cerebro ha llegado a su climax y a tener dificultades para seguir procesando información. Comienza también a debilitarse el cuerpo físico y a deteriorarse. La muerte es la muerte del cerebro, pues sin cerebro, no existe la vida humana. El cuerpo no es mas que una carcasa vacía de un viejo ordenador que ya no funciona.

Como vemos el cerebro humano accede en distintas etapas de su vida a la información, que una vez procesada se convierte en un conocimiento que puede aplicarse de múltiples formas y para fines diferentes.

Hace prácticamente un siglo, comenzó a desarrollarse una nueva forma de investigar la naturaleza, los seres vivos y el cuerpo humano. Muchos darwinistas de entonces se convirtieron en antropólogos y se dedicaron a estudiar minuciosamente cada parte del cuerpo humano, pero al llegar al cerebro se encontraron que podían investigarlo como un órgano físico.

Algunos intelectuales de la época comenzaron a pensar que a lo mejor era posible retener y procesar información físicamente por medios mecánicos, como alternativa al perecedero cerebro humano. Consideraban que el conocimiento humano era tan rico, variado e importante como para perderlo en dos o tres generaciones. Muchos observaban que con el paso del tiempo la integridad del conocimiento iba desapareciendo por el transcurso vital generacional natural.

A veces – esto me ha ocurrido – encontramos viejos álbumes de fotos de nuestros antepasados, de hace mas de un siglo de antigüedad, Y vemos muchas fotos, pero no hay ninguna mención escrita a pie de foto que nos indique quien o quienes son los retratados o en que circunstancias se hicieron esas fotos y donde. Es decir perdemos no solo la información; sino también el conocimiento del contexto en el que se hizo esa foto.

Para evitar esa pérdida de información y conocimiento, los primeros analistas de la información, ingenieros y tecnólogos, diseccionaron el concepto de información en sus partes constitutivas: letras, palabras, frases, oraciones, textos, volumen, libro. Para ello tuvieron que recabar la ayuda experta de los eruditos lingüistas, de los «enciclopedistas», de los «anticuarios librarios», así como de los coleccionistas de libros y bibliotecarios.

Entonces la información relevante estaba fijada principalmente sobre papel. Cualquier investigador recurría a documentos físicos que se encontraban en Archivos físicos y en bibliotecas físicas presenciales.

Por entonces las bibliotecas seguían sistemas de normalización y de organización establecidas por siglos de experiencias. Generalmente se usaba el sistema de clasificación de libros ideada por un bibliotecario llamado Melvil Dewey (1851-1931) que se considera el primer sistema para clasificar el conocimiento humano en base a 10 categorías subdivididas a su vez siguiendo el sistema decimal.

Fue toda una revolución en el mundo anglosajón, dado que Gran Bretaña acababa de incorporar el sistema decimal universal, que se había desarrollado en el continente europeo mucho tiempo antes. Aunque el sistema Dewey ha sido superado por la Clasificación Decimal Universal (CDU) actual, en el mundo anglosajón aun se sigue usando y sigue siendo preferido el sistema Dewey.

Las categorías Dewey :

0 – Generalidades, obras de referencia, diccionarios, enciclopedias…

1 – Filosofía y Psicología

2 – Religión

3 – Ciencias sociales

4 – Lenguas, Idiomas, dialectos…

5 – Ciencias naturales

6 – Ciencias aplicadas

7 – Arte, cultura…

8 – Literatura

9 – Historia

Quizás hoy el sistema de clasificación debería revisarse, porque por ejemplo, la categoría 6, ciencias aplicadas, daría para muchas mas categorías nuevas, con el desarrollo de la informática, la telemática o la robótica.

Dewey es hijo del siglo XIX cuando aun la ciencia estaba en crecimiento y el conocimiento que por entonces se tenía era aún muy básico. Había grandes áreas de conocimiento que estaban poco o nada desarrolladas o exploradas. El mundo intelectual de esta época estaba mayoritariamente volcada hacia las humanidades, aunque ya se abrían a otras áreas como las ciencias (en general, naturales y aplicadas) o las ciencias sociales, que realmente comenzó su andadura en torno a los años 30 del siglo pasado, teniendo su climax en los años 50. Dewey planteaba estas «categorías» del conocimiento en base a lo que conocía de su entorno, lo que se estaba planteando en su época en el mundo académico.

En 1934 Paul Otlet revolucionó el concepto de «conocimiento» indicando que era posible fijarlo y procesarlo de forma mecánica y sin apenas intervención humana. Por aquella época el conocimiento se «guardaba, conservaba» en las bibliotecas. Existían ya enormes bibliotecas, gigantescas cuyos bibliotecarios necesitaban legiones de ayudantes que les permitieran catalogar (Procesar) toda esa ingente cantidad de libros conservadas. Evidentemente era una tarea muy compleja y que consumía los recursos financieros de las bibliotecas. Se imponía buscar sistemas automatizados para reducir la carga de personal en las mismas.

Los ingenieros se pusieron a ello e inventaron las fichas o «tarjetas perforadas«, basadas en un invento musical del siglo XVIII y en la «máquina analítica» de Charles Babbage (1832-1842).

Una máquina programable capaz de interrelacionar funciones y mecanismos a la carta, para ser aplicada a cualquier actividad. En el ámbito del conocimiento, las tarjetas perforadas, debían interrelacionar datos que llevasen a la información relevante, necesaria para acceder al conocimiento.

Antes de esta maquina y de las tarjetas perforadas, que se desarrolló y aplicó en el mundo bibliotecario a partir de los años 30 del pasado siglo, Los bibliotecarios usaban tarjetas de cartón que sujetas por una barra metálica se disponían en cajoneras de distinto tamaño, por un sistema organizativo propio en cada biblioteca. Esas tarjetas eran de referencia e indicaban libros y ubicaciones de los mismos en la bibliotecas. Eran tarjetas manuales manuscritas la mayor parte de ellas. Algunas bibliotecas de aquella época ya habían incorporado la máquina de escribir, para agilizar el trabajo.

Básicamente adaptaron los sistemas de cajoneras y tarjetas convencionales al nuevo sistema electro – mecánico de tarjetas perforadas. Pero para ello tuvieron que normalizar los datos que se necesitaban para programar adecuadamente todo el proceso de fabricación de tarjetas perforadas y de las maquinas lectoras de las mismas. Había que formar al personal y concretar el conocimiento en sistemas de clasificación mas eficientes.

Paul Otlet inventó por fusión de la archivística clásica y la biblioteconomía , la nueva «ciencia de la documentación«. (Incluida en la categoría 0 del sistema Dewey), de ahí que fuera considerado «el padre de la documentación«. Una nueva ciencia (Formulada en el Tratado de Documentación de 1934 de Paul Otlet) que revolucionó la forma como se podía acceder a la información de manera racional y con un método común para todos los «centros de información y documentación«. La información puesta a disposición inicialmente del mundo académico. En la URSS intentaron vincular la documentación con la nueva tecnología que estaba desarrollándose en esa época, surgiendo así la «ciencia de la Informátika» (con K, no confundir con informática con C).

Nacía después de la segunda Guerra Mundial, la llamada «sociedad de la Información» cuyo objetivo último era proporcionar acceso ilimitado a la información como un elemento propio de la democratización de los pueblos. Por entonces ya estaba en fase de desarrollo el proyecto militar «Arpanet«, que se considera el antecedente inmediato de Internet, la primera red de información global.

En Europa el CERN, para el que trabajó Paul Otlet, comenzó a desarrollar los sistemas electro-mecánicos de procesamiento de la información que se habían estudiado con prototipos funcionales en los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses. En Estados Unidos con el Harvard MARC-1 (1944) comenzaba la nueva «era de la información«. La información convertida en el nuevo poder. Tener acceso a la información relevante a escala mundial era crucial para el desarrollo de los pueblos.

Hasta los años 90 del siglo pasado – 1991 aparición de la red Internet para uso civil – el proceso de maduración de los sistemas para retener y procesar información relevante, llegó a su máxima extensión. En el mundo académico, pero también en el mundo empresarial y militar, comenzaba a idearse el siguiente paso, a saber: pasar de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento.

Ya tenían la información procesada, tocaba generar conocimiento. Y es aquí donde entra en juego el concepto de «inteligencia» y nuevamente los profesionales se ponen a comparar el cerebro humano con la máquina y se encuentran con la gran complejidad del pensamiento humano no sujeta a parámetros establecidos, no sujeta a la normalización. Cada persona es un mundo independiente. Cada persona tiene una personalidad y una mentalidad diferente. Los científicos sin estándares no podían hacer gran cosa, por lo que la transición se alargó muchos años, a la espera de saber como generar conocimiento a partir de la información disponible.

El cerebro del ser humano procesa la información que reciben sus sentidos, por lo que podríamos decir que la información en realidad es un estímulo sensitivo. Y aquí entramos en el frondoso campo de las emociones humanas. La percepción que recibimos reacciona en nuestro cerebro desarrollando nuevas acciones. Sin embargo las emociones humanas son muy complejas como para simplificarlas con vistas a automatizarlas.

Las emociones son muy complejas y tienen que ver con la personalidad, la mentalidad, principios, valores, experiencias, conocimientos adquiridos, etc… Son incontables los estímulos que generan emociones.

En 1992 el CERN desarrolló un sistema «amigable» de acceso a la información en la Red Internet, aplicable a cualquier actividad humana. Apareció el World Wide Web (www.) mas popularmente conocida como «La Web«. Siendo una de las primeras aplicaciones de la era de la información al mundo civil, con lenguaje no científico y para todas las edades, desde cualquier parte del mundo. Acceso democrático a la información relevante.

Las emociones llevaron a los expertos a considerar que lo importante no era tener la referencia de un libro, en una biblioteca; sino lo importante era el contenido de ese libro, independientemente de donde estuviera «guardada y conservada«. Al reducir a «contenidos» la información relevante y gracias al sistema de Webs de Internet, surgió una nueva profesión: los «creadores de Contenidos» personas, expertos y aficionados, que eran capaces de procesar mucha información, en poco tiempo y a partir de ese proceso, extraer aquellos «metadatos» relevantes.

Los científicos con esa información podían plantear hipótesis, síntesis y tesis sobre cualquier tema planteado. Ahorrando mucho tiempo en la búsqueda de información. Pero además de los científicos estaba la población civil. El mundo de la banca, el mundo empresarial, el mundo de la política, la cultura, la religión, de los creadores artísticos y literarios… hicieron uso de estas nuevas herramientas , para avanzar en el desarrollo cognitivo de la humanidad. El cerebro humano suplía las carencias de los «cerebros informatizados, digitalizados o robóticos» hasta el actual desarrollo de las aun cuestionadas «inteligencias artificiales«.

Las emociones, los estímulos, las percepciones humanas automatizadas han abierto un nuevo mundo, o mejor una nueva dimensión, en el multiuniverso digital. Como toda tecnología, esta puede servir tanto para hacer cosas positivas como negativas. También son usadas por terroristas, criminales, delincuentes y también para sembrar el caos con la desinformación, bulos y fakes.

Sócrates tenía razón «conócete a ti mismo«… añado, antes de implementar cualquier programación tecnológica, sobre todo ahora con la mal llamada «Inteligencia Artificial» . A veces las emociones humanas, y también las artificiales, juegan malas pasadas y muchas veces mas que solucionar problemas, acaban por complicarlos. La maquina debe estar al servicio de la humanidad, no la humanidad al servicio de la máquina.

Percibimos que el mundo se ha vuelto patas arriba, pero si somos capaces de procesar esa percepción del mundo, nos daremos cuenta que en realidad el mundo sigue como siempre, con los pies en el suelo. Somos los humanos, que llevados por nuestras emociones y nuestra inteligencia los que creamos contenidos a nuestro alrededor casi sin darnos cuenta. Percibimos en realidad nuestras propias emociones y por tanto estamos, sin darnos cuenta, haciendo un ejercicio de introspección existencialista. Que en los casos mas complejos puede llevar a personas con problemas cognitivos a no saber distinguir la realidad de la ficción.

Los creadores de contenidos para la fabricación de bulos y de fakes juegan en realidad con las emociones de la gente, algo que éticamente consideramos que no es correcto en una sociedad civilizada, democrática y avanzada. Ese juego con las emociones suele degenerar en desequilibrios emocionales, que a la larga pueden generar patologías graves o muy graves.

Lamentablemente estos creadores de Bulos y Fake, actúan como mercenarios al servicio de intereses oscuros con motivaciones delictivas diversas. no son conscientes de las derivadas de sus acciones, del daño que pueden hacer. Son la pesadilla de cualquier democracia en la actualidad. Están generando ficciones tan «realistas» (gracias a las IA) que es muy complicado para cualquier persona con un mínimo de formación separar la realidad de la ficción.

Aunque hoy se refutan y se desmienten estos bulos y Fake, la percepción general en la «opinión pública» es que ellos, los creadores de Bulos y Fake, son los que desvelan la «Verdad» y los científicos, expertos y profesionales, los «Mentirosos» que manipulan la información. De ahí que percibamos que el mundo está «patas arriba«. Aunque en realidad es la existencia de estos mercenarios y sus malas artes las que crean esa percepción.

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